El independentismo y la izquierda
Publicat: 11 Setembre, 2015 Filed under: Opinión, Política | Tags: 11S, antonio baños, david fernandez, elecciones, indendencia, independentismo, izquierda, nacionalismo, saenz de santamaria Deixa un comentariEn estas líneas que hoy escribo espero poder hacer entender por qué uno puede ser de izquierdas e independentista, como lo han sido numerosos movimientos secesionistas a lo largo de la historia, y aún lo son varios partidos en Europa. Mi tesis se resume tal que así: no hay incompatibilidad alguna entre estas dos ideas puesto que no todas las razones para independizarse tienen que ver con criterios étnico-raciales; de hecho, desde una perspectiva izquierdista, la independencia ofrece la posibilidad de crear un nuevo futuro, más justo y democrático, con el centro de toma decisiones más cercano a la sociedad; además, no hay razón alguna para suponer que la independencia de Cataluña vaya en detrimento de la gente más necesitada en otros lugares.
Hoy es ‘Onze de setembre’, ‘diada nacional’ de Cataluña e inicio de campaña para los comicios del 27-S. Como ya ha sucedido en los años anteriores, el periódico ‘La Razón’ hace un peculiar seguimiento, no me quiero ya ni imaginar medios de información como ‘Intereconomía’ o ’13TV’.
En ‘El País’ no son especialmente más comprensivos, ni tampoco en el PSOE ni en PODEMOS, pese a que estos últimos se llenaran la boca defendiendo que los catalanes tengan derecho a decidir, o una suerte de federalismo que nadie termina de creerse. Pero lo que me ha molestado e impulsado a escribir estas líneas ha sido una opinión de Pau Luque Sánchez, doctor en filosofía e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México, en ‘El País’, donde afirma que es incongruente ser de izquierdas e independentista. Groso modo, como ser de izquierdas quiere decir buscar la emancipación del más desfavorecido, pretender la independencia de un territorio es contrario a la izquierda, porque excluyes a todos aquellos desfavorecidos fuera del territorio que se quiere secesionar. Para más inri, añade que el proceso debería ir hacia la eliminación de las fronteras, no hacia la creación de estas -es otro tema interesante y da para mucho, así que ya daré mi opinión al respecto otro día- demostrando una peculiar miopía, como si una frontera fuera, por definición, una alambrada coronada de concertinas para dificultar el paso a la gente pobre. La opinión de Pau es una gota más en un océano de negaciones publicadas por ‘El País’ para negar algo muy razonable y legítimo como es poder decidir desde donde quiere uno ser gobernado, o qué parlamento y ejecutivo son los encargados de representar sus intereses y gobernar en consecuencia.
No nos engañemos, dentro de esta amalgama que son los independentistas los habrá que quieran un Estado por motivos étnicos y nacionales, una suerte de Israel en la orilla occidental del Mediterráneo, pero no son estos los de izquierdas. Los que somos de izquierdas, como bien dice Pau en su columna, queremos la independencia para poder tener un país más justo. Y esta justicia no se traslada únicamente en tener unos mejores servicios sociales, algo que el actual status quo no garantiza –ni con Más ni con España- sino, también, en algo más básico: queremos desplazar el centro de toma de decisiones de Madrid a Barcelona, para presupuestos, para revaluación, pero también para decidir cuestiones básicas de cualquier Estado, como el tipo de fuerzas armadas que se quieren, en caso de quererla, a quién se da asistencia médica o para regatear o no a cuántos refugiados sirios podemos ayudar. En otras palabras, no queremos que nuestra ley suprema –la suerte de constitución que es el Estatuto de Autonomía- sea vetado, recortado y aprobado en Madrid, cuando ya pasó todo trámite parlamentario en Barcelona.
Si alguien quiere argumentar, como Soraya Sáenz de Santamaría, que España es el segundo país más descentralizado del mundo, sólo después de Canadá, habrá que recordar que es sólo en la gestión de los recursos, no en cómo se ordena y rige territorialmente.
Por eso las supuestas incompatibilidades que el señor Pau comenta no tienen mucho sentido. No hay relación alguna entre querer tener las herramientas de un Estado a tu disposición y la falta de solidaridad con el resto de clases o pueblos desfavorecidos. Lo que hay es un tremendo respeto por las decisiones que cada cual toma. ¿Os imagináis la reacción que generaría entre la izquierda el que un líder europeo dijera a un líder africano qué debe hacer dentro de su Estado? ¿O que una potencia extranjera intervenga en otro país?
En el imaginario colectivo, ser de izquierdas debería incluir el respeto por las decisiones que otros toman y, sobretodo, no meterte a decidir por otros. Los hay que dicen que es incongruente querer poner una frontera entre Cataluña y España cuando lo que debería buscarse es la unión con Portugal. A esas cabezas pensantes de izquierdas les pregunto: ¿Entonces la Unión Europea es vuestro objetivo y no le tenéis ninguna crítica?
Consciente de la longitud de estas líneas, quisiera terminar, pero no sin antes dejar constancia de las palabras de Pablo Iglesias el día 9 de septiembre en Rubí. Siguiendo el hilo de lo que decía en el anterior párrafo, ¿cuán de izquierdas es decirle a otro qué debe votar en función de su origen o el de su familia?
Pau, Pablo, si lo que vais a hacer es campaña, decidlo abiertamente, pero sed conscientes, como dijo Antonio Baños en su presentación del libro ‘La rebelión catalana’, que si hay alguna posibilidad de cambio y de progreso hacia una mayor democratización en España, esta pasa por el apoyo al derecho a decidir de los catalanes, y esto es tan fácil como poner unas urnas, hacer campaña y votar. No hace falta andarse con remilgos como hace ahora Lluís Rabell, que votó Sí-Sí el 9N, pero ahora dice que hay que hacer un referéndum pactado con el Estado, y que sino, pues ya esperaremos un poco más.